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Por Hernán López Con la premisa de desbancar a Gabriel Katopodis, el Frente para la Victoria de San Martín comenzó una carrera que, de no ser perfectamente calibrada, corre el riesgo de caer en los mismos vicios que las últimas elecciones. Elecciones donde -casualmente- el actual Intendente local salió beneficiado con un laborioso triunfo que, a la larga, de nada sirvió.

En esa oportunidad, la única manda era vencer a quien gobernaba el distrito desde 1999, el radical Ricardo Ivoskus, hombre que actualmente ocupa una banca de concejal y controla un armado en extinción. Llegó a la Intendencia atado a La Alianza, soportó las calamidades posteriores a 2001 y fue cobijado, tiempo más tarde, por el kirchnerismo.

Tanto es así que su hijo Daniel iba, en 2011, como candidato oficial del Frente para la Victoria y no en una boleta de adhesión.

La colectora era encabezada, en cambio, por el propio Katopodis. Que contaba con el acuerdo de prácticamente todo el peronismo local, lanzado a la conquista de una comuna ansiada por más de una década: pero la jugada salió mal de entrada para aquellos que acompañaron esa entronización porque, tan pronto como asumió, el ahora Jefe comunal comenzó a insinuar un acercamiento llano a las filas del Frente Renovador.

Cuentan algunas lenguas que el mismo Sergio Massa ya prometía a su gente cargos clave en la Municipalidad de San Martín a cambio de favores incluso antes de esos comicios, celebrados en 2011. Y no hace demasiada falta agregar que Katopodis fue uno de los alcaldes fundacionales del massismo, cuando el tigrense rompió su relación el Gobierno nacional y lanzó su candidatura a diputado, en 2013.

Lo que no muchos recuerdan, tres años después, es que Katopodis no estaba solo en esa aventura electoral de 2011. Por el contrario, además de su propia pata, había otros dos sectores que contribuyeron y aportaron estructura para ganar la Intendencia: uno era Movimiento Evita, encarnado por Leonardo Grosso, y otro el espacio de Oscar Bitz, ex hombre de Luis Barrionuevo que construye para el sciolismo junto a Cristina Álvarez Rodríguez, la ministra de Gobierno bonaerense.

Tanto el Evita como el "Mono" Bitz retiraron su apoyo en 2013, no bien Katopodis pegó el portazo. Pero ya era tarde: el puesto de Intendente es para uno solo.

Algunos dirigentes registraron ese antecedente y el error de cálculo cometido en los últimos comicios. Faltó información y conocimiento para darse cuenta que no ganaban un caudillo propio sino que todo ese esfuerzo fue funcional a las huestes de Massa, que ensayó su lanzamiento con Luis Andreotti en San Fernando y planeaba su gran salto en ese entonces, encontrando en Katopodis un eventual socio de andadas.

Otros están a la búsqueda de reeditar un acuerdo múltiple, como el de 2011, pero sin un Katopodis que navegó a otras tierras.

En ese último grupo sobresale Bitz y aparentemente Álvarez Rodríguez que, a fines de octubre, pusieron el pie en el acelerador y organizaron un acto de la agrupación Peronismo 2020 (que auspicia la segunda) con la presencia de Daniel Scioli incluido. Y ahí tuvieron un gesto que no cayó del todo bien ni compartió todo el FpV local: adelantándose a los tiempos, los dos propusieron a Alejandro Pathouros, concejal local, como el postulante de consenso para 2015.

Pathouros está lejos de tener todo el consenso local ganado para competir dentro de un año. Fue Presidente del Concejo Deliberante por breve tiempo durante el segundo semestre de 2013 pero, más importante, su nivel de aceptación quizá no sea el más adecuado: es hombre de Quilmes -cercano a Francisco Gutiérrez, Intendente de esa ciudad- y ya perdió una interna en las primarias del año pasado.

Su verdugo en esas PASO no era otro que el también edil Hernán Letcher, cercano a La Cámpora. "Pathouros es el candidato del Mono Bitz, pero San Martín es más que La Casona. Todavía no hay nada confirmado", aseguró Letcher recientemente, marcando el territorio y enviándole el mensaje a Bitz de que no será sencillo unificar a todo el kirchnerismo detrás de Pathouros.

De todos modos, Letcher tiene el mismo déficit que Pathouros. No tiene demasiada llegada territorial ni afinidad con la población local aunque diga lo contrario y crea que su capital político está en alza. Ganó el chico de 2013, pero más por los recursos y logística que aportó el Movimiento Evita que cualquier otra cosa.

Sin demasiadas figuras de peso, ni rumbo aparente, falta orden en ese armado. Y aun si encauzan el rumbo, habrá que revisar antecedentes para no caer en los mismos errores del 2011. Quizá no todos tomaron nota todavía.

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